A mi también
me tiraron al mar,
y allí fué que, de prepo,
aprendí a nadar.
Entre peces muertos,
entre barcos japoneses agigantados
por las millas recorridas.
Entre el olor a petróleo
y el color de la muerte.
A mí también
me tocó correr,
por la autopista, como un ciego,
sin bastón, ni perro fiel.
Entre sirenas de ambulancias,
entre bocinas que aturden
y prometen venganza.
Entre el smog no te veo
y vivir ya no es suerte.
Quién sabe qué es lo bueno?
Quién sabe qué es la bendición?
Acaso alguien me promete un mañana hoy?
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