Bar. Terminal. Tarde soleada y sin demasiadas promesas.
Vos ahí... frente mío. O alrevez?
Como siempre desconfío. Había calor en tu mirada y yo, que soy un tipo muy debil, me dejé llevar a la orilla de tus bajezas y me entregué mansamente.
Con mis dedos toqué tu mano, sólo para saberte real. Mis yemas heladas se volvieron pasionales como nunca al tocar tu carne sedienta de infierno y pecado . Nada podría despegarme jamás de tu hechizo. Estaba seguro de eso, pero no te lo dije. Vos lo sabías.
Hay que pobre infeliz que soy!. Aún sangra mi pecho por las esquirlas que casi me matan en el último matrimonio y me entrego como un pancho por monedas. Que mal. Que mal. Que mal.
Me clavás la mirada en el mas allá del saber de mis ojos. Entrás en mi cabeza como si nada. Falta que te llame "Mi Ama".
Nada me rescata, lo sé. Soy mi peor enemigo. Que vergüenza me doy. Pero cuánto deseo me ciega!
Ya desnudos, desparramando sábanas me deborás... y me dejo.
Soy una victima dócil, sin resistencia.
Te exitás conmigo. Lo siento.
Me sambullo en tu flor como si ésta fuese la última oportunidad de redimirme.
Te veo muy por encima mío cerrando tus ojos de reina esperando más y más y más de este pobre y atrevido muñeco.
Nos derretimos de goce, encarnamos en la máxima belleza.
Dejo tu mano en el mostrador por un segundo y con palabras secas miro al mozo fijamente.
La cuenta señor !
Lo inexplicable nos espera.
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