
Me sentía aturdido. Repleto de ácido. Comencé a revolear la cabeza como sacandome un bicho del pelo y gotones lisérgicos caían desde mi cara al piso. Eran bombas de Hiroshima.
Tenía ácido en los ojos, en la saliva... baba de ácido que salpicaba a las mesas vecinas.
Te miré a vos y estabas peor que yo, que no me veía. Había chisporroteos de palabras que buscaban estacionarse en alguna razón que las comprendiera.
Ya nadie escuchaba a nadie, no hacía falta, todos nos entendíamos.
Diego se había traído un pedazo de la India. Su depto era como un viaje a otro mundo. Cuando lo encontramos estaba luchando contra sus demonios entripados. Lo dejamos ahí. Jamás supo que lo habíamos visitado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario