martes, septiembre 25, 2007

OBELIXCO




Vivimos desafiando a la vida,
enarbolando la provocación al cielo,
colgando pañales en el mástil de la muerte.

Mutamos como iguanas
para que no nos vean los mendigos.

Ugis, Ugys, Ugys...
la alegría se puede esconder tras una porción de muzza.
Jamás lo pensé de ese modo.
Muchas veces soñamos con que el apagón es posible,
que no ver que pasa
es un alivio.

Pero no.
Nada de eso nos salva.

Tres nenes empoxipolados
hacen una ronda al obelisco.
Parecen fantasmas de niños,
espectros de la felicidad que nos prometieron.
Pero bueno,
no es culpa de nadie.
Giran solos y alucinados los pobres.

Un viejo taxista los mira de reojo,
mientras espera luz verde.
Algo piensa, nada bueno,
tiene ojos secos de fantasía,
mirada de camilla que no gira,
óxido que no salva a nadie.

Los pibes no se esconden de nada
fuman vela, y se pasan de rosca.
Gritan incoherencias
y la gente camina y camina.

Parece que para ser alguien en este abandono
hay que demostrar que la vida duele.

En esta calle violenta y egoísta
perdemos todos como siempre.



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