
Esmeralda y Córdoba
hora siete.
Buenos Aires se desangra
gota a gota
en cada paraguas.
Silencio y mansedumbre
espectativa colectiva.
El bondi que no llega,
los pibes bajan la Coca
mientras tocan bocina
los camiones que esperan.
Bajo trajes y pilotos,
los porteños más pitucos,
saltan charcos
como si fueran
resacas ajenas.
A lo lejos llega un loco bueno,
debe ser un sereno,
mira el reloj con un solo ojo
en medio de la luz escasa
y la neblina espesa.
Espera el 5
para volver a casa.
Esmeralda y Córdoba
hora ocho menos cuarto.
Buenos Aires se ríe de los que pasan...
gota a gota los empapa.
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