Ya no te conozco nena.
Aunque respires dentro mío.
Aunque respires dentro mío.
Sufro esta no piel que me sigue
como una sombra transtornada.
Te veo acá
control remoto en mano
y siento que esta noche
está sola, lejos y abandonada
de lo que alguna vez fué amor.
Que vengas o no a casa
ya no me importa.
Tantos sueños quebrados y sicatrizados
hicieron de mi alma un cayo duro y seco.
En mis ojos ya no brilla
te brillo.
O será que ya ni te miro.
Lejos, a años luz quedo
el frenesí descontrolado que nos sostenía.
Somos apenas un pasado.
Un par de corazones fríos
enfermos de rutina y encierro.
Corazones pidiendo ayuda.
Morir tal vez sea un buen remedio a este amor
agonizante y malherido.
Se extingue la vela del sueño compartido,
ya nada nos ilumina los días por venir.
Tengamos al menos la grandeza de abandonarnos.
Tengamos vergüenza de este presente patético que nunca quisimos,
de este no amor adquirido como un virus.
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