martes, julio 17, 2007

EXACTO

Nos movemos en el aire del verano. En días como éste dan ganas de sacarse hasta la piel y ser etéreo danzante entre el cielo y el cemento. Sin freno, el reloj también avanza en esta caldera. Lentamente. Casi aletargadamente. Al menos, no esta quieto como todo a mi alrededor. Tic-tac, tic-tac. Monótono tic-tac. Inevitable.
El más perfecto y exacto de los inventos del hombre en su estúpido e inútil afán de medirlo todo para creerse con poder. El reloj, la balanza, la calculadora, el almanaque. Ese tiempo renegrido del cual somos presa inconscientemente.
Invensibles horas y segundos que nos atrapan y nos dejan presas del tiempo. Días que edifican soledades. Siglos que iluminan genocidios e injusticias. Semanas de fracasos. Minutos de agonía en los barrios, en los pueblos. Elfracasonuestrodecadadiacronometranoshoy.
Es ese tiempo que todo lo borra, o lo cambia. La cárcel del ritmo. El despertador de los sueños.
Cierro los ojos y el verano me devuelve la sonrisa con una brisa frasca. Nada tan efímero y triste como ese calor que rápidamente se esfuma. Como el segundo ya viejo.
Como esta mentira tan bien perpetrada que nos hizo mantener por años la muñeca esclava de un par de agujas. Medir lo inexistente. La medida exacta de algo que no lo tiene. La obsesión por lo incontrolable.
Permanecer, tal vez ese sea el secreto, mas allà de las mediciones y las estadísticas. Sin tener noción de nada. Sin certezas.

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