martes, septiembre 19, 2006

ESE SI SOY YO





Me miro al espejo. Trato de buscar algún punto de unión entre mi figura y mi figurado.
No logro concebir aún, la imagen que mi cuerpo emite, y menos aún entiendo, la autoritaria designación de envases que sufren los espíritus a la hora de encarnarse.
Por ejemplo, ¿cómo haré para hacerle entender a mi alma de deportista, que la carencia de buenos pulmones libres de asma y alergias le han marcado una corta carrera? Ah! También tengo pie plano y la columna torcida.
O cómo hacer para no llorar ante tanto desconsuelo de mi alma de músico, rendida de dolor ante un piano, un whisky, algún cigarro apagado y mis diez torpes y gordos dedos. Y cómo para no llorar de impotencia ante tanto fracaso sin revancha.
Me miro al espejo y canto. Gesticulo, muevo los labios grotescamente y subo las cejas velozmente. Me miro los dos huecos que mi nariz posee. Examino, examino y no sé. Este que está ahí, frente al espejo, no es este otro que ahora escribe. No sé si me explico claramente. Soy como quien nace, se desarrolla, y llega a ser un hombre de buen hogar, que tiene documento con foto y número que acreditan su identidad, que tiene amigos, un trabajo, un rol, que lleva toda una histórica institución a su alrededor y siente que nada le es propio.
Este que ahora escribe, el que le ordena a las letras su formación, espera confiado la muerte de Juan P. Souto para asistir de traje a su entierro. Este que ahora escribe, tal vez ese día aparezca. O se libere.



JUAN P SOUTO
Mar del Plata, 16 de Agosto de 1995

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